domingo, 21 de agosto de 2011

Tendría que haber sido Cura

A raíz de los últimos acontecimientos vividos en nuestro país (el jotaemejota, las arengas papales y los conflictos entre cruzados, infieles e indignados) me ha vuelto a rondar por la cabeza una idea "itinerante" en mi vida: la posibilidad de haber ejercido el sacerdocio.
Han sido muchas las ocasiones en las que he pensado cómo hubiera sido mi vida de haber ingresado en un seminario, cambiando mis años de animador sociocultural e infantil por una sólida formación de dinamización espiritual de almas, de ser increpado por los alumnos a ser adorado por ancianitas.
Puede ser que, escrito así, parezca un poco extraño todo, pero teniendo en cuenta los años que he pasado como animador dando tumbos, mi repentina pero necesaria "reconversión" a la docencia y la sombra que se cierne sobre los interinos... creo que puede ser normal que me haya planteado alguna que otra vez ejercer una profesión con tasa de desempleo cero/cero coma.

En un principio, con independencia que la falta de candidatos (perdón, vocaciones) pueda hacer bajar el listón, creo que cumplo los requisitos que piden para ser seminarista:
- Ser varón (es obvio que lo soy)
- Solicitarlo de manera completamente voluntaria, sin ninguna coerción (por supuesto, siempre que no consideremos la "coerción laboral")
-Capacidad moral, espiritual e intelectual (capacidad tengo, que pueda/sepa aprovechadarla es otra cosa)
-Buena salud física y psicológica (solo hay que verme y leerme)
-Disponibilidad hacia el celibato (más que disponibilidad, casi sobreexposición)
-Ser católico con los siguientes sacramentos: bautismo, confesión, comunión y confirmación. (Los tengo todos)
-No presentar tendencias homosexuales arraigadas. (tendencias no tengo, pero que pongan en negrita "arraigadas"... acojona un poco)

Creo también que incluso me acerco bastante al perfil de sacerdote que se suele exigir: De acuerdo a las enseñanzas cristianas, el sacerdote debe dar muestra de virtudes como paciencia (la tengo... hasta que se me agota), bondad (mi mamá dice que soy un niño muy bueno), pureza (yo diría que me acerco un poco más al perfil de diamante en bruto, pero imagino que en el seminario me pulirían un poco) y sinceridad (un término tan ambiguo, supongo que tendría matizaciones) y ser capaces de sobrellevar circunstancias adversas para cumplir su misión (he sido animador de perros y en un karaoke sufrí 27 veces seguidas la canción Antes muerta que sencilla, si eso no son circunstancias

Siempre he pensado que habría sido un buen sacerdote: me manejo bien ante el gran público, no se me da mal decir lo que la gran mayoría quiere oir, los votos de pobreza y obediencia los habría asumido tranquilamente, y (después de lo vivido estos 35 años) el de castidad no hubiera sido un problema.
Lástima que "la llamada" haya aparecido en forma de carta de la seguridad social con toda mi cotización y un futuro más que incierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario